Innumerables son las razones,
seas joven, mayor, hombre, mujer, ingeniero, barrendera, funcionaria o
autónomo. Todos y cada uno de nosotras y nosotros estamos sufriendo lo que
llaman políticas de austeridad, que no son más que recortes en derechos fundamentales que no deben quitarnos
porque NO son negociables.
Los brazos ejecutores de la
TROIKA en nuestro país: PP y PSOE pretenden hacernos creer que tengo
que ser austera en mi sanidad y en mi educación, en mi cultura o en mi derecho
a trabajar y a tener un salario digno. Es hora de gritarles bien fuerte, que
nosotras en salud no escatimamos, porque de ello depende nuestra vida; en
Educación no ahorramos, pues será lo que nos abrirá las puertas al futuro; en
pedir un techo y un salario no nos cortaremos, pues son derechos nuestros inalienables
por el mero hecho de ser persona, que además nos ganamos a pulso en años de
lucha y que pagamos a través de nuestros impuestos contribuyendo día a día a
esta sociedad. Por eso yo a la
austeridad digo NO, no a costa de mis
derechos, no porque yo no tengo la culpa de las perversiones de este sistema.
La constitución y los tratados
internacionales plasman la garantía del derecho a una vivienda, del derecho a
trabajar, del derecho universal a la sanidad y a la educación pública; del
derecho en definitiva a que sea respetada la dignidad del ser humano. Nuestros
mandatarios, que no son otros que la CEOE, la patronal y sus gestores (PP y
PSOE entre otros) violan los derechos humanos día a día: echando a las familias
de sus casas, explotando y exprimiendo a los trabajadores, condenando a la
pobreza, a la exclusión social e incluso a la muerte a nuestras compañeras y
compañeros. Esta crisis ha demostrado que da igual quienes sean los gestores, mientras
lo que se gestione sea el capitalismo.
Estamos en un momento crítico, en el que está en nuestras manos perderlo
todo o ganarlo todo. De nosotros dependerá el resultado. Nos lo están quitando
todo, nos están imponiendo un modelo que no queremos y que no hemos elegido.
Están destruyendo lo que había: un Estado que decía ser social y aunque no lo
era, conseguía garantizar condiciones de vida dignas a una parte de la
población; para construir el modelo neoliberal del sufrimiento de
las grandes mayorías en beneficio de una pequeñísima minoría
oligárquica. Es el momento para impedirlo, ahora
o nunca.
Como joven y como mujer
constituyo dos de los sectores más afectados por la crisis; junto con los migrantes, que siempre han sufrido la exclusión del sistema y
que con la crisis del capital se recrudece.
Las cifras de paro juvenil son alarmantes. Más de un 53% de los
jóvenes queremos y no podemos trabajar. De los 6 millones de desempleados y
desempleadas un 46% es menor de 35 años. El mileurismo se ha convertido en un
lujo inalcanzable para la mayoría, y los pocos que consiguen trabajar se ven
sometidos a las peores condiciones de precariedad laboral: temporalidad,
becarios que realizan gratis lo que a todas luces debería ser un contrato de
trabajo, bajos salarios, despido fácil, contratos de prueba continuados,
inseguridad laboral, amenazas por afiliación sindical…etc etc etc. Esta
situación nos obliga a muchos a emigrar a otro país forzosamente. No como se nos quiere hacer creer “en busca de
oportunidades” o “para aprender idiomas” sino realmente forzados a salir de
nuestro propio país para con dos carreras en la mano, acabar currando en el Mc
Donald de cualquier otra ciudad Europea.
La formación se
convierte en otro privilegio que excluirá a los que hoy quieren estudiar en cualquier nivel educativo.
Además de los recortes, de los despidos de profesorado, de la masificación de
alumnos por aula, del precio de uniformes y libros de texto…, resultan
especialmente sangrantes las subidas de las tasas,
tanto en FP, como en la educación universitaria, donde se han incrementado
hasta un 66% en el último año. Pero esto no es nuevo, esto tiene un pasado, un presente y unas consecuencias futuras. El pasado lo
constituye el Plan Bolonia y la Estrategia 2015; en la universidad tenemos el
perfecto ejemplo de que lo que ahora nos imponen no es a consecuencia de la
necesidad de hacer ajustes para ahorrar por la crisis; sino que es un plan
gestado hace muchos años por los poderosos europeos para privatizar,
mercantilizar y elitizar la formación universitaria. El presente lo constituye
la brutal subida del precio de las matrículas de este año, la obligatoriedad de
hacer un posgrado tras acabar la carrera cuyo precio en el mejor de los casos
no bajara de los 5000 euros, y la exclusión ya en este año de unos 150.000
alumnos, que no se han podido permitir el lujo de pagarse la entrada en la
universidad. El futuro será la definitiva exclusión de la universidad pública de la
amplia mayoría de la sociedad, quedando esta restringida a una pequeña cantidad
de alumnos privilegiados, que podrán estudiar por el dinero de sus padres. El
futuro también será, endeudarse para pedir un crédito que nos permita estudiar.
El futuro será todo esto si no luchamos hoy que estamos a tiempo de cambiarlo.
Los recortes en sanidad, el copago sanitario, la privatización de hospitales…
nos afectan en todos los sentidos, pues es un atentado básico al derecho a la
salud que tenemos todas las personas. En lo que concierne a la juventud, nos
afecta especialmente uno de los puntos del “Real Decreto de Medidas Urgentes
para Garantizar la Sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud”, que estable
que los mayores de 26 años que nunca hayan cotizado a la
Seguridad Social se quedarán sin cobertura sanitaria,
salvo que demuestren que viven en la pobreza extrema. Me gustaría preguntarle a
la ministra de sanidad Ana Mato, como espera que coticemos antes de los 26 con
un 53% de paro juvenil. Es decir, los jóvenes estamos condenados a quedarnos
sin sanidad a no ser que podamos permitirnos pagarla; más grave aún, por sus
tintes racistas es la exclusión del sistema a los
inmigrantes sin papeles.
Mientras todo esto se nos
arrebata, los grandes banqueros y empresarios de nuestro país no hacen más que
enriquecerse a costa de toda la sociedad, a costa de los medianos y pequeños
comerciantes, a costa de bajarnos los salarios a los trabajadores para mantener
y aumentar su tasa de ganancia. Estos beneficios millonarios al
contrario de lo que se nos quiere hacer creer no revierten en el beneficio de
la sociedad española, revierten en el beneficio de unos pocos bolsillos, que
además evitan el pagar impuestos en nuestro país permitiéndose por parte de nuestras autoridades el fraude fiscal, la
corrupción, la existencia de paraísos fiscales, las SICAVS, y en definitiva
permitiendo que quienes más impuestos paguemos seamos los trabajadores y
trabajadoras en vez de los empresarios y especuladores, ellos sí, culpables de
la crisis. Mientras a nosotros nos arrebatan derechos la clase dominante hace
un negocio privado de nuestras necesidades más básicas. Sin embargo
en este país el que va a la cárcel es el “delincuente” que acude a una
manifestación y no el estafador que nos roba a todas y a todos. Se criminaliza así la labor de los movimientos sociales y de la
juventud organizada, mientras los verdaderos criminales reciben favores de la
administración pública.
Como jovenes también nos afecta
el precio del transporte “público”, pues mientras se
reduce la calidad y frecuencia del mismo y se baja el salario a los compañeros
del metro y la EMT; a los usuarios nos suben continuamente las tarifas. En una ciudad
como Madrid el transporte es una necesidad, que nuevamente alejan del poder
adquisitivo de la mayoría.
Es por todo esto, y por muchas
más razones, que la juventud debemos ser uno de los sectores más activos y comprometidos en la lucha y en la movilización. Es
mucho lo que nos jugamos, están hipotecando nuestro futuro pretendiéndonos
hacer pagar una deuda ilegitima que nosotros no hemos generado, y a la que hay
que decir que NO PAGAMOS. El pacto de la reforma del
artículo 135 de la CE llevado a cabo por PSOE y PP en la pasada legislatura
pone como prioridad la estabilidad presupuestaria por encima de las necesidades
más básicas de los seres humanos, así será prioritario el control del déficit
por encima de los derechos básicos de una población cada día más asfixiada. Los
dictados de la Troika, de Merkel de los poderes financieros internacionales nos
arrebatan la soberanía que como pueblo tenemos y que como
pueblo debemos exigir.
Es por todo esto, que el próximo
14 de Noviembre saldremos a la calle a conseguir que esta huelga general sea un
auténtico éxito. Una huelga que no será exclusivamente laboral, sino que es
responsabilidad de toda la ciudadanía seamos o no trabajadores. Una huelga política, una huelga social, una huelga de consumo
contra todas las políticas del capital.
Hay que ser conscientes de que el
silencio y la inacción se convierten en cómplices de los recortes, que no basta
con quejarse en el bar con los amigos, que hay que organizarse y salir a luchar.
Por todo ello el próximo miércoles estaremos en las calles de Madrid
participando en piquetes informativos, participando en las movilizaciones y en
definitiva luchando para parar estos recortes y ser capaces de construir un
bloque social capaz de disputarle el poder a los de arriba y crear entre todos una
alternativa.
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