GAZA, ¿Y AHORA QUÉ?

 

Vivimos en el peor de los mundos posibles. El Cuento de la Criada, o Black Mirror, se quedan cortas a la hora de plantearnos escenarios distópicos o de mostrarnos la máxima crueldad humana. La realidad supera con creces la ficción.

Donald Trump es reelegido Presidente de los Estados Unidos de América, a pesar de, o mucho peor, gracias a, sus condenas penales, abusos y agresiones sexuales, y golpes de estado fallidos. Se anexionará Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá, expulsará a todo hijo de vecino (que no sea blanco y yanqui), las personas Trans desaparecerán, igual que los abortos, o las mujeres en general, sólo quedarán tradwifes, supremacistas y armas, muchas armas.

Y las armas que sobren se enviarán fuera, a Israel. Para que siga exterminando a la población palestina. También se dará apoyo político. El derecho internacional morirá, si es que no ha muerto ya. Se limpiará Gaza, se limpiará Cisjordania. No quedará nada. ¿Acaso queda algo? Dice Trump que no hay casas donde volver, que mejor vayan a Egipto o Jordania. ¡Qué buena idea! Quizás allí tengan que ir también las brujas abortistas, los delincuentes migrantes, o esos especímenes desviados que causa la ideología de género. Quizás allí tengamos que ir todas. Quizás tengamos que hacer el país de las expulsadas, de los más de 5 millones de refugiadas y refugiados Palestinos. Pero también de todos nosotros, de todas nosotras, que con nuestra indiferencia vamos perdiendo terreno.

Se me viene a la mente la Nada, de La Historia Interminable. El sionismo (¿o la indiferencia?) es como esa Nada, ese virus poderoso que va comiéndose todo, que no se conforma, que no respeta nada porque lo que quiere es la destrucción completa, por “derecho bíblico”. Porque vivimos en un mundo que el derecho bíblico vale más que los derechos humanos. Un mundo en el que un multimillonario que controla nuestras comunicaciones puede hacer el saludo nazi y no es antisemita; y si lo es, o más aun, es terrorista, una Agencia de Naciones Unidas llevando ayuda humanitaria a zonas donde se está perpetrando un Genocidio.

Y la Nada nos gana, nos gana por esa maldita imparcialidad que hoy más que nunca está devorando a Palestina. Nos lleva ganando desde el 7 de octubre de 2023. Nos lleva ganando desde 1948, nos lleva ganando desde el 1967, ¿o desde que empezaron a construir el muro? Nos lleva ganando mucho tiempo. Lo decía Brecht, lo decía Gramsci “Odio a los indiferentes también porque me molesta su lloriqueo de eternos inocentes.”

Escribo con rabia porque vivimos en un mundo en el que ya no están a salvo ni los más básicos principios de Derechos Humanos. Antes era un argumento de peso, algo que nadie se atrevía a rebatir. Ahora hay quien, no sólo no toma partido, sino que te recrimina que lo tomes. Hay quienes te censuran incluso un baile de fin de curso. Hay organizaciones amables, que amablemente te prohíben decir Paz, Stop Genocidio, Esperanza, Empatía, Futuro, Amor… Porque es mucho más importante no meterse en cuestiones políticas y quedar bien con el gobierno de turno que sostiene tu miseria. Porque cuando la imparcialidad y el parasitismo gana terreno se lo ponemos en bandeja a la Nada para seguir expandiéndose. Luego nos extrañamos de que gane Trump.

Las organizaciones del Tercer Sector tienen una responsabilidad. La tenemos todos y todas, pero ellas especialmente, y por desgracia, por la cuenta que les trae. Sean del ámbito que sean deberían combatir las narrativas de odio, las fakenews, y defender con uñas y dientes el Feminismo, la Agenda 2030, los Derechos Humanos, la Justicia Social, la Dignidad de la Persona, la Paz. Y con pequeños hechos se van dejando posos y se va construyendo camino. Si 250 personas (aforo aproximado de un anfiteatro) se van a su casa recordando que hay un Genocidio en Palestina, algo bueno habremos hecho. ¿Por qué en vez de impedirlo, criticarlo o dificultarlo, lo apoyamos, y así impedimos que la Nada avance un poquito más?

Si las entidades del tercer sector, la sociedad civil organizada, quienes decimos defender todo esto, no hacemos nada, ¿QUIÉN COÑO LO HARÁ? 

A este mundo le hace falta un poco menos de pragmatismo y un poco más de humanidad. El alto al fuego no soluciona nada, es solo un descanso en la masacre, ahora más que nunca el mundo necesita una ciudadanía global implicada y comprometida.

 

MÓJATE.

 

Por:

Sara Díaz Chapado.

Presidenta Asociación Cultural Somos Agua Madrid.


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