
Hace algunos años, y varios meses en particular, que desde
el feminismo morataleño nos hemos interesado por eso que ha venido a llamarse
ecofeminismo; que no es otra cosa que juntar los dos grandes movimientos del
momento, e integrar sus luchas para tener una visión global del mundo que
pretendemos transformar.
Porque eso es el ecofeminismo, una propuesta política de
transformación, social, global y personal.
Sabemos desde hace tiempo que “lo personal es político” Esta
frase que pusieron de moda las feministas radicales busca poner de relieve las
conexiones entre la experiencia personal y las grandes estructuras sociales y
políticas. La transformación feminista de la sociedad empieza en lo cotidiano.
No quiere decir esto que no necesitemos
de la lucha global, igual que es absurdo pensar que reciclando vas a cambiar el
mundo; pero si ni siquiera empiezas en tu propia casa. ¿Cómo vas a seguir con lo
de fuera?
Marta Pascual nos recomendaba hacernos una pregunta: ¿Esto sirve para que los ecosistemas y las personas vivamos con dignidad? Si la respuesta es si, ¡adelante! Y aprendimos que dar centralidad a los procesos que permiten la vida nos ayuda a avanzar como sociedad, aunque tengamos que cambiar nuestros modos de hacer y de ser.
El feminismo es la revolución personal basada en hacer comunidad, es un crecimiento que nunca se acaba, es sentirte segura y arropada con tus compañeras para decir lo que te pasa, es sororidad, es poder enfrentarnos unidas a lo que antes teníamos que vivir solas. Es dar una dimensión política a lo doméstico, es teoría política, movimiento social y es forma de vida.
El ecologismo no deja de ser parte de lo mismo: pensar en un mundo que permita la producción y reproducción de la vida en condiciones decentes. Es ser conscientes de que ya existen zonas en el planeta donde las personas no pueden vivir con dignidad y que están siendo desplazadas; es hacer un cambio en nuestros modos de vida para consumir lo cercano, lo local, y no lo que tiene que venir en barco o avión desde la otra punta del mundo.
En el marco de las actividades de la #RevueltaFeminista, el otro día, en una segunda charla sobre el tema “la compra con compromiso” hablábamos de ello de nuevo. Y aunque fue una tarde de muchas preguntas y pocas respuestas volvimos a recordar la necesidad de ser coherentes y asumir el papel que jugamos en el reparto de unos recursos mundiales que son limitados (en esta web podéis calcular vuestra huella ecológica, o lo que es lo mismo, la superficie de territorio, o “cuántos planetas harían falta para sostener una vida como la que vivís”: https://www.footprintcalculator.org

Sin olvidar nunca que las soluciones individuales de consumo ayudan, pero no es igual nuestra responsabilidad que la de la industria agroalimentaria. En definitiva, necesitamos una transformación radical de nuestras sociedades, una modificación de nuestros comportamientos públicos y privados, los de hombres y mujeres que estamos atravesadas por muchas otras desigualdades, además de las de género.
Continuará…
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