Deseos
Marcos se levantó por la mañana el primer día de vacaciones de Navidad, estaba calentito en la cama, pero oyó que los demás ya estaban levantados y quiso ir a ver que estaban haciendo tan pronto.
Vio a mamá preparando el desayuno y tras darle un abrazo y los buenos días le dijo:
- Marcos, tienes que pensar tu carta para los reyes Magos, tenemos que hacerla para para enviarla prontito y que no se retrasen.
Marcos asintió y se fue al salón para ver a su hermano. El hermano de Marcos estaba muy enfadado, estaba delante de la tele con el mando de la videoconsola en la mano, pero no estaba jugando a nada. Marcos le preguntó que hacía y este le respondió muy enfadado:
- No puedo descargar el juego de la consola porque todavía no ha salido, quiero jugar, pero aun no puedo hacerlo.
El hermano de Marcos se levantó muy enfadado, apagó la televisión y se fue a su cuarto. Marcos se quedó muy sorprendido y resignado se fue a otra habitación de la casa donde oía ruido. Allí estaba su padre que estaba buscando algo entre unas cajas.
- ¿Qué estás haciendo papá? – Preguntó Marcos.
- Estoy buscando pintura cielo – Contestó el papá – Quiero pintar unas miniaturas y me he quedado sin el botecito de pintura negra.
El papá de Marcos estaba muy concentrado buscando la pintura y no pudo hacer caso a Marcos, así que se fue a buscar a mamá. Mamá le llamó y Marcos fue corriendo.
- ¿Qué quieres mamá?
- Hay que vestirse para ir a casa de los abuelos, toma, ponte esta camiseta y estos pantalones.
Marcos se empezó a poner con dificultad la ropa y cuando terminó le dijo a su mamá que ya había terminado, pero esta estaba mirando el móvil.
- ¿Qué estás haciendo mamá?
- Estoy mirando cuando vuelve a jugar el Madrid porque hace mucho tiempo que no voy a ver ningún partido al campo y ya lo echo de menos.
Marcos se quedó mirando a su mamá mientras ella miraba el móvil buscando las entradas. Estaban ya todos vestidos y salieron de casa para ir a ver a los abuelos, cuando llegaron Marcos abrazó a la abuela y al abuelo diciéndoles que les quería mucho, mucho, mucho y después se fue al cuarto a jugar con su hermano.
Un ratito después Marcos se levantó y fue a ver a la abuela, estaba preparando la comida y parecía preocupada.
- ¿Abuela, que te pasa? – Preguntó Marcos.
- Estoy buscando sal, mi vida, porque estoy cocinando y me parece que me he quedado sin ella y así no podrá salir la comida rica.
La abuela se dio media vuelta y se puso a rebuscar entre los cajones mientras Marcos se quedó quieto observando a la abuela hasta que se fue al cuarto donde estaba su abuelo. El abuelo tenía un tablero de ajedrez sobre la mesa, estaba colocando las piezas sobre el tablero y Marcos se alegró mucho porque podría jugar con el abuelo.
- ¡Abuelo! – Gritó Marcos ‐ ¿Podemos jugar juntos?
El abuelo se giró y devolvió a su nieto la sonrisa que este le brindaba.
- Lo siento cariño, pero me parece que no vamos a poder jugar, he perdido un peón negro y no vamos a poder jugar hoy. Marcos le dio un abrazo al abuelo y se volvió al cuarto donde podía jugar y se puso a ver la tele hasta la hora de la comida.
Ya por la tarde Marcos, su hermanos, papá y mamá se fueron de nuevo a casa. Mamá se dio cuenta enseguida de lo callado que estaba Marcos en el coche y cuando llegaron a casa le preguntó qué le ocurría.
- Mamá, ya se lo que quiero pedir a los reyes magos.
La mamá de Marcos cogió lápiz y papel y se dispuso a escribir los regalos que quería pedir Marcos a los reyes magos.
- A ver Marcos, ¿qué quieres este año?
Marcos comenzó a describir lo que había pensado:
Quiero un juego de la videoconsola para mi hermano, un botecito de pintura negra para que papá pueda pintar sus miniaturas, unas entradas de fútbol para que mamá pueda ir a ver al Madrid, un poquito de sal para que la abuela pueda cocinar y un peón negro para el abuelo pueda volver a jugar al ajedrez.
La mamá de Marcos lo escribió todo en la carta y cuando terminó se giró hacia Marcos y le preguntó:
- Estos regalos están muy bien Marcos, ¿pero no quieres nada para ti?
- Mamá – Contestó Marcos – Todos estos regalos son para mí.
La mamá miró a Marcos con cara de no entenderle bien y volvió a insistir.
- Marcos, pero todo lo que pides en la carta es para los demás.
Entonces Marcos respondió.
- Quiero que mi hermano tenga el juego de la videoconsola porque así podré jugar con él y no se irá enfadado a la habitación. Quiero que papá tenga el botecito de pintura negra porque así podré ponerme a pintar miniaturas con él en vez de que siga buscando entre todas las cajas. Quiero que tú tengas las entradas de del Madrid para poder ir contigo a ver el partido y así dejarás de buscar en el móvil. También quiero que la abuela tenga la sal para que cuando vaya a su casa pueda hacer la comida con ella y nos salga muy, muy rica y quiero que el abuelo tenga el peón negro para que cuando le vea pueda enseñarme a jugar al ajedrez. Mamá ¿no lo entiendes? ¡Todos son regalos para mí!
La mamá sonrió a Marcos, le pidió que escribiera su nombre al final de la carta, la dobló, la metió en el sobre y después le dijo a Marcos.
- Cielo, si quieres esta tarde llevamos la carta al paje real, pero mientras tanto, ¿qué te parece si me ayudas a preparar la cena, que por suerte yo sí que tengo sal, le decimos a papá que nos ayude y dentro de un ratito le pedimos a tu hermano que ponga la mesa?
Marcos se puso muy contento y se fue corriendo a buscar un taburete para poder alcanzar a ver la cocina mientras mamá y papá se ponían a cocinar.
- Autor/Autora: Vecindario de Moratalaz y La Elipa.
- Recopilador de deseos: Carlos Piedra Tutor. (Asociación Cultural Somos Agua)
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